Ceniza Encuentro de una filosofía profunda tu debate sobre esos niños caminando por Corrientes. Es su mejor canción, Dijiste. Yo también los exilié y les compré flores. Los vi pasar cerca del teatro, pero no sentí más compasión que vos a sus horas sin retorno, a sus hambres tibias, al asedio de sus noches. Les devuelvo su humanidad y solo sal compone sus registros de voz y viento. Me desdibujo a la fragilidad del segundo, su polígono líquido, lo sumario qué hay en sus juegos y apuestas acerca del delirio. Llego hasta aquí, donde dice caminar con precaución tus orillas exactas. Brinqué tus comisuras, hice canje y me llevé a la faz de la tierra tu sol, tu pan. Desbaraté auroras. Las pintas sin deshacer de tus muslos. A pesar de mi a pesar de la mala prensa sobre mis pasos, de la casa que se sobrepone al ruido de las hormigas y sus proyectos en construcción. Es aquí que debo empezar a escribir en caligrafía de hortelano, con piel y siglos. Ya no creo pertenecer a tus ojos profundos, Con su calor tengo, su rasgo de certeza, horizonte, amago. Saldré temprano por los patios a descalzarme sobre tus hojas secas, circundar tus viñetas, saciarme con su luz, vivir el desaforo de las últimas ventiscas. Dejar que la intemperie haga su trabajo, que esa sea su naturaleza y no la mía, la falible. Como tren urgente oruga en expansión, madera y fósforo. Alguien aquí dice y no dice verdad. Levanta polvo con el peso de sus palabras. Alguna trampa debe tener el salto al vacío. Alguna estrofa escondida hay en el clavel que te puse en la mano. Soy mármol y a eso huelo, si me ilegalizas en todas las posibilidades de tu cuerpo. MY SWEET LORD Allí donde ondean las banderas devastadas de la fe. Allí donde se canten himnos épicos a la locura de pertenecer e irse después. Allí en lo que el sol se entrampa con los mitos. Allí Réstennos, hágannos oruga Mar Pero no entierren la pregunta. Pregunten. ESTUDIO A LÁPIZ DE LA CARA DE UN ÁNGEL Es poco el trazo en la quirúrgica del ángulo. y el papel no cede. Pero observo lo constante, imposición de manos en la medida de tus pies. Somos madera y a eso vinimos, a quemarnos en las palabras que decimos. Reencantarnos con la verdad de los pájaros. Es algo superior al silencio y la línea se dibuja nítida. La madre de toda las certezas posibles: líneas que merodean países: algo dicen sobre las fronteras. Bordean los ojos, amaneciéndolos. Renuncio entonces a toda silueta posible, ese tianguis de los rostros asaltados por la fe. No tenían que inventar la imprenta. Es el trazo lápiz azul contemplativo que se pierde en las fisuras de algún puente. Es azul la pregunta y escucho lo constante. Padre: escóndame de la noche Madre: en la noche me contengo. Es suave el borde y llegamos hasta el desde un sol inoxidable. En vos me trazo. A Leonardo se le puede todo: las huellas, las hélices, la mujer de su pintura. Todo. Menos la duda. SENSACION TERMICA When will those clouds all disappear Rolling stones Repetiremos el ritual como pequeños pañuelos extendidos motores fuera de borda de ciertas fauces que suenan a noche a anhelos descalzos. Iremos cardumen a las dulces formas de huellear la palabra y el almendro: recrear sitio, paraje, columna cruzar la hora frontera siempre. De la misma madera que viste el tiempo pasaremos indivisibles. Percutiremos la posibilidad del cerrojo le habremos alcanzado al conseguir nuestra furia y la de todos los latidos juntos. Es inevitable no ser pulsión a los ojos de quien solo mira tatuajes en ruta y cabizbajos Recordar cómo nace y se desdice la historia de los objetos su oficio declarado. La sola pregunta por quebrar su reflejo en el paraje. ESTOS TIEMPOS, FERMINA A pesar de vos, de tus humos milenarios escondiendo en tus piernas mi pasaporte, mis visas húmedas, mi permiso para saciarme en todas las fronteras en las que el cólera se dibuja. A pesar de eso: cruzo todos los decretos. Vos, Fermina, no podés diferenciar el dibujo del lápiz, pero te quedas tatuada con increíble religión que desconozco. Estos tiempos, Fermina, en que volvemos a ser niños escondiéndonos del miedo, no son para nosotros. Tratamos de alcanzar las herramientas para el pan, de puntillas y con las yemas de los dedos. Allí están todas las preguntas, todas las formas posibles de la fe y en ella vos y yo, gerenciando el amor, curándonos con cuánto alcohol venga en los vinos que abrimos sin darnos cuenta. Fermina: el cólera se propaga y yo estoy lejos, a fronteras de tu incienso. Y dicen que no es cólera, Fermina. O al menos eso vociferan las noticias. Yo que se. Hoy pasé de lejos tantas líneas divisorias, tantas historias Fermina. Hay amagos tan contundentes como los que vivimos y sus altos vuelos. Estos tiempos, Fermina amada, son para que el amor florezca en cosas como cactus o estaciones de bus. Yo voy a los segundos, a esperarte. TRADUCCIION LIBRE Y ARRIESGADA SOBRE UNA VERSION MINIMA DE “ESTAS BOTAS ESTAN HECHAS PARA CAMINAR” La he visto sucumbir en la primera estrofa. cierta feligresía aplaude, no cree en su caída. Levanta la ceja derecha inclina sus hombros como en la sección social de un periódico que envuelve ramas de orégano. Al pasar de la segunda a la tercera estrofa, ya más avivado el tempo, mas acompasado, como si en verdad fuera falso bossa-nova, se apoya en un homínido del sur . Devela en el su ars poética: los hombros son dos mariposas curadas de quietud. Al fondo de la escena (toma en tres cuartos de plano) un soldado viajero recompone su quijada. Ella reacciona, la guitarra marca Urgencia Rápida, Rasgada Grave. Ambos caminamos ahora. Erguidos. Nos importunan acaso las mariposas y los cientos de cuerpos que ese día cederán a la quirúrgica del misil y su yo afónico. Me falta su confesión acerca de andar en amplia sombra, el derecho humano Irreductible de hacerlo en dos pies. Descubrir con ellos vistas lejanas, cosas nimias El fuego, por ejemplo. SPOT THE STATION I Huelo las capas altas del polvo rasgo su morfología en permanencia donde degradan color, lo vuelven sitio. Ahí debutan ciertas banderas al encontrar la palabra. Archivo la luz creo en las vasijas donde están todos mis muertos. Escribo en cualquier parte con letra pequeña: vamos a pulsar el segundo. Empezar de cero. II Un viejo baúl pasa encima de los días. Descubro sus estelas. Tiene consistencia de sal se desparrama como abalorio en una cara pequeña, como nota aguda de una vieja casetera sonando los sultanes del suing. Ese ronco artefacto Serpentea su plasma, trae vértigo decreto como política de la usura urgido a perder algo más que el equilibrio. III Alguien pule sus vidrieras Allí estamos En la hora Del Darién Xecul en llamas El bulevar Suyapa Quieto y ahogado. desde aquí todos son cuerpos anchísimos Caderudos Serenos. Alguien asoma sus orejas al caracol suenan mares Inmensos, solos. Se empañan amaneceres Y la gente sale de sus sigilos con su vida a otra parte. A esta hora alguien más sacude ventanal Para ver pasar los siglos. Centroamérica es un punto en el vidrio un inmenso mural en acuarela. El mapa vuelto Luz.
Guillermo Acuña González (Costa Rica, 1969). Sociólogo con una especialidad en comunicación social. Docente universitario, investigador social en temas migratorios internacionales por más de 20 años. En poesía cuenta con 9 títulos publicados en Costa Rica, España, Guatemala, El Salvador y Honduras. En cuento publicó «Por vivir en quinto patio», con Editorial Perro Azul (Costa Rica) y Volver a VOSTOK (Guatemala) y en Ensayo, la obra ganadora del Premio Nacional de literatura en Costa Rica en dicha categoría con “Déjennos pasar. Migraciones y trashumancias en la región centroamericana”, publicada por Editorial Amargord, España. Ha sido invitado a múltiples Festivales Internacionales de Poesía a nivel Latinoamericano. Ha organizado eventos literarios relacionados con la migración, tales como encuentros, lecturas y talleres, a nivel nacional y regional centroamericano. Conduce un espacio de comunicación virtual sobre arte llamado “zona de recarga” que puede ser consultado en sus redes sociales.