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Regreso de 5 Flor
para Marcus Winter

Como en una excavación antes de terminarse los recursos,
aquí estoy de nuevo con un propósito en el calor del mediodía.

El altiplano arenoso a la redonda como una bestia luminosa, el lugar, un pueblo, allá por esa calle, Macuilxochitl;

nombre y señal del juego de pelota jugado aquí, a lo mejor con palos contra esa pared
más allá del barranco en el silencio,

y los matorrales, grupos de árboles de flores blancas,
botellas, latas, trozos de plástico por la zanja donde corren roedores de patas largas.

Apretado junto al conductor encima del freno de mano en un Nissan '82 con su salpicadera revestida y una pantalla solar en azul, en la parte superior del parabrisas, adornado de
“Santa María del Tule”, que vi antes de subir ya que desde aquí dentro parece un versículo rodeado de garabatos, tal vez *Moteca1,
y nos lanzamos a todo dar en el tráfico, luego comenzó a cumbiar entre los camiones, rebasando, el conductor relajado al 100, mientras intercambia albures anatómicos
por la radio, con su compa Julián quien se encuentra sentado bajo un laurel en Dainzú en espera de clientes, un par de señoras buscando llegar al mercado
en donde él puede tomarse una Pepsi en la sombra hasta su regreso con pollos, jitomates, chiles, tortillas, y Cornflakes.

Es allí donde bajé para caminar a las ruinas por esta calle tan remota como para descender hacia la tumba principal y por callejones del inframundo, las puntas de los cigarros de los dioses
brillan como luciérnagas, y las serpientes de piedra todavía ondulando, a la distancia,
la ciudad blanca, Monte Albán, en lo alto de la meseta.

Gentes de todos los tipos corren con palos detrás de pelotas rebotando para devolverlas,
en la cancha de una ladera reclinada, un chapulín grabado en la piedra color oro miel
donde el jaguar pende del dintel sobre la tumba de “paso prohibido”
por razones burocráticas. "No me pregunten", dijo el guardián en nombre de la H. Ayuntamiento.

Aunque en secreto, creía que las gentes tenían miedo de que el gato cayese sobre los que pasaran por este portón y se los comiese.
En el regreso de esas ruinas aisladas, una especie de memorial a los jugadores-sacerdotes, comprendí que las señas eran todas obvias, las metáforas vivas, como aprieta el zapato.



Returning from 5 Flower
for Marcus Winter

Like at the excavation before the funding runs out,
I’m back at it with a purpose in the mid-day heat.

Sand and high plains all around like a luminous beast, the town,
actually, a pueblo, Macuilxochitl, up that road;

name and sign of the ballgame played here, probably with sticks against that wall
past the embankment in the silence,

and the scrub oak, stands of the tree with white flowers,
bottles, cans, bits of plastic line the ditch where long-legged rodents run.

Scrunched in next to the driver over the handbrake in an ’82 Nissan with a padded dash and
a sunscreen in blue along the top of the windshield emblazoned with

Santa María del Tule, I noticed before getting in cause from in here looks like some ancient script bounded by curlicues, could be *Moteca,

and we rocket off into traffic, then cumbia our way between buses,
the driver cool and collected at a 100 while he exchanges elaborate anatomical puns

on the radio with his compadre Julián who’s sitting under the laurel in Dainzú waiting for a fare, couple of señoras for the ride to the mercado

where he can drink a Pepsi in the shade till they come back with chicken, jitomates, chiles, tortillas, and Cornflakes.

That’s where I got off for the ruins down this road remote enough to clamber down to the main tomb and through the alleys of the underworld, the gods' cigar points

light up like fireflies, and the stone serpents still undulate, in the distance, the white city, Monte Albán, on the top of the mesa.

People of all types chase bouncing balls with sticks to swat ‘em back,
in the slope-sided ballcourt, chapulín grasshopper etched in the honey-gold stone

where the jaguar dangles from the lintel over the tomb with no access,
for bureaucratic reasons. “Don’t ask me,” said the caretaker for the Honorable Town Hall.

But he secretly believed that people were afraid the cat would drop down on those who go through this portal and consume them.

On the way back from those isolated ruins, a kind of shrine to ballplayer priests, I began to understand the signs were everywhere clear, the metaphors lively, the scores known.





  1. *Moteca, el nombre ficticio para del clan de un guerrero perseguido en las guerras floridas en las que los Aztecas capturaron a sus enemigos para el sacrificio ritual, según J. Cortázar. ↩︎



Fin de juego

Íbamos a retirar el balón del partido,
guardarlo en un museo bajo tierra
para controlar la climatización circundante
dado que el látex se desintegra como la rabia en los niños,
y entonces volvería a sus raíces,
por ende, pensamos reconocer este acto de entierro,
e incluir artefactos, como los penachos,
hasta algunas efigies de jugadores famosos
y un video de aquel partido
que fue la final:

Pero las luces se encendieron y se apagaron
estridentes como alarmas de incendios en las escuelas,
luego tan oscuro que no se veían los nichos,
y el balón en llamas pasó haciendo ¡chas!,
golpeando al azar a los jugadores
hasta que no pudieron levantarse.
Fue un encuentro colosal con el temblor de la tierra.

Para los que perecieron en ese partido
no hay sino un consuelo infeliz
por tal fiero final:
Ramas derritiéndose de los troncos
salpicaduras y manchones de espuma blanca,
espumosos charcos de un látex radiante;

de pronto la tierra se estabiliza otra vez,
la cancha se nivela por un tiempo,
las apuestas comienzan de nuevo, hay suspiros,
hasta que vemos burbujear el muro de la izquierda,
surge un jarabe marrón,
las sandalias se queman hasta el barro,
que da paso al humeante Inframundo
donde todo se queda en calma,
esperando a que el colapso
jale más abajo a los grupos de cuerpos derrotados
como maná
para los cara blanca, como Navajas y los dioses de Corteza-En-Tiras,
aquellos proveedores del cambio climático
consecuencias de aquel partido de hule
que la historia ha anotado como
El Gran Rechazo.


End of Game

We were going to retire the game ball,
Keep it in a museum underground
To control the surrounding climate
Since latex breaks down like rage in children,
And then it would return to its roots,
Thus, we thought to recognize this act of burial,
Include artifacts like headdresses,
Even some effigies of famous players
And a video diorama of that match
That became final:

But the lights went off and on
Blaring like fire alarms in schools
Then so dark you couldn’t see the niches,
But the flaming ball went swoosh
Randomly striking players
Till they couldn’t get up.
It was a colossal encounter with the earth trembler.

To those who died in that last game
There is but a miserable consolation
For such a fierce ending:
Branches melting off trunks
In splatters and splotches of white spume,
Making frothy, glowing latex pools;

Of a sudden moving stabilizes again,
The court levels for a time,
Betting resumes, there are sighs,
Until we see the left wall bubble,
Become a brown syrup,
Sandals burn to the ground,
That gives way to the smoky Underworld
Where all remains calm,
Waiting for collapse to bring
The defeated clumps of bodies
Down like manna
For the White-Faced Knives and Stripped-Bark gods,
Those purveyors of climate change
In the aftermath of that rubber game
History has recorded as
The Grand Denial.

Escuchando a Marcus, el arqueólogo

Uno

Las cosas reales caen sobre de ti
y se apoderan del corazón;
el resto, meras palabras que aspiran
a volar sobre tu cabeza.

Las cosas verdaderas son las más difíciles de describir,
como la madera de una balsa, antes que los barquitos en un charco

o el fruto de la carambola que algunos llaman star fruit,
una metáfora que las cosas importantes se usan para hablar de las pequeñas.

Una realidad nunca antes experimentada
no tiene expresión en su soledad
hasta que uno de ahí dice ahuehuete
debajo de la fronda de extensión suficiente
para que todos los niños se sienten a escuchar
una historia sobre los grandes jugadores de pelota
en el pueblo que está separado del descampado
por una barda de cactus-órganos, llamas terrenales.

Adoptar la lengua de los conquistados
como el lenguaje perdido del alma,
anotarlo en ese discurso dominante,
el que también depende de las estrellas y mares de olas,
llega a ser una contienda de metáforas
por el control actual.

Pero ahora las olas migratorias
regresan en bandas de niños
mensajeando con los ancianos,
ya que de esa manera pueden conservar las historias
por las que se conocen,
así como todos nosotros conocemos nuestro ser.

Dos

La veracruzana que se ríe

de barro, bañada en una luz verde-limón
lleva una sonrisa dentuda,
pelo corto, un collar de grandes
piezas de turquesa bulbosa,
sobre los pechos,
una falda larga, levantada
en alto al frente,
los pies calzados en sandalias,
bailando ya que su marido
falleció anoche y ahorita
el hermano, a quien primero
amaba, se casará con ella,
en el Clásico.
Listening to Marcus, The Archaeologist

One

Real things fall on you
and grab your heart;
the rest, just words that aspire
to fly over your head.

Real things are hardest to describe
like balsa wood, prior to little boats in a pond

or Carambola some call star fruit,
a metaphor that important things use to talk about little ones.

A reality never experienced before
has no language in its solitude
until one from there says ahuehuete
under the leafy canopy big enough
for all the children to sit for a story
about great ball players in the village
separated from open land by a fence
of organ cactus, earthly flames.

To adopt the tongue of the conquered
as your soul’s lost language,
record it in that dominant discourse
the one that also relies on stars and oceans of waves,
becomes a contention of metaphors
for the then present control.

But now the migratory waves
return in bands of children
texting with the ancients,
for that is the way they will keep the stories
by which they know themselves,
the way we know our own selves.

Two

The Laughing Woman from Veracruz

Clay, bathed in a lime-green light.
She has a toothy grin,
Short hair, big necklace
Of bulky turquoise,
Above her breasts,
A full skirt, lifted
Straight up in front of her
Feet clad in sandals
Dancing because her husband
Died last night and now
His brother will marry her,
The one she loved first
In the Classic.

El otro escribano en la Tumba 7
"Axolotl", Cortázar

El nagual dios del amor fue un faisán moribundo
grabado en un pectoral hecho de láminas de oro
que llevó la Dama del Viento durante los partidos del solsticio invernal.

Tal escenario sin pintar en un libro
vuelve más abstracto con el tiempo,
apenas un atisbo en la joyería encontrada en la Tumba 7.

La pasión por jugar vivifica
una escena en barro de apostadores sentados
en los bordes de una cancha en forma de I
como si los jugadores más abajo emergiesen
compitiendo desde el mismísimo origen del lodo.

El amor no puede ser abstracto y aun sangrar,
debe haber pensado el Escribano al pintar
la escena en rojo y negro:
8 Águila perforando el falo durante un ayuno
luego del banquete
que auspiciaron las familias elites de Dainzú:
setas silvestres y la raíz del lirio acuático
en honor a su destreza al jugar en el partido
contra los Señores de la Muerte Mitlatenses.

La aguja ritual, un hueso fino grabado
con los exquisitos rasgos mestizos
de la Serpiente Emplumada,
quien devuelve la mirada fija a los ojos
que leen el Códex a través de la vitrina.


The Other Scribe in Tomb Seven
“Axolotl,” Cortázar

The nagual god of love was a dying pheasant
Embossed on a pectoral made of gold-leaf
Lady Wind wore at the winter solstice games.

Such a scene not painted in a book
Becomes more abstract over time,
Merely a hint in jewelry found in Tumba 7.

A passion for gaming energizes
A scene in clay of gamblers seated
On the edges of an I-shaped court
As if the players below emerged
Contending from the very source of mud.

Love cannot be abstract and still bleed,
Scribe must have thought as he painted
In red and black the scene:
8 Eagle piercing his phallus in a fast
Following a banquet:
Wild mushrooms and Water Lilly root
Elite families of Dainzú sponsored
To honor his play in the match
With the Death Lords from Mitla.

The ritual stylus, a thin bone exquisitely engraved
With the miscegenetic features
Of the Plumed Serpent
Who stares out at the eyes
That read the Codex on display.

W. Nick Hill es traductor y su versión de “Biografía de un esclavo fugitivo”, así como otras dos novelas, fue publicada por Curbstone Press. Además, ha traducido numerosos poemas para varias estadounidenses. Sus versiones de poemas del  “Principio de incertidumbre” del poeta mexicano Jorge Fernández Granados han aparecido en  Literal, eXchanges y Mid-American Review, donde el libro de traducción «Constructed on Coincidence» destacó en el número del 30.º aniversario de 2010.

The Americas Review , The Bilingual Review y otras publicaciones han publicado poemas bilingües y en español del autor.  Mundane Rights  /  Ritos Mundanos , su poemario bilingüe, fue finalista en el  concurso Sow’s Ear Poetry Review de 1997.

En febrero de 2025 estará publicando su libro Códex Ulama / The Ballgame Codex en edición bilingüe Español – Inglés, en la editorial Pharus.

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