Trae madre esas tardes de bizcochuelo Trae madre esas tardes de bizcochuelo. Las mías son de otoño entre el cumpleaños de la abuela y mi noveno llanto. Era entonces el mundo más silencioso que la casa y la casa tan grande como el mundo. Y el mundo lento como los atardeceres en verano. ¿El mundo era amable, madre? ¿O tardábamos demasiado en descubrirlo? Como fuera, era un bello letargo, y la gente se demoraba en las esquinas se enamoraba dos veces en la misma noche y amaba con la convicción de haber encontrado un trozo de cielo en el jardín de cada casa. ¿Candidez? Puede ser. Acaso menos exigente a la hora de vivir o más simple y sin embargo, la gente vivía dichosa y no se preguntaba por qué. El lado intacto del mundo Si me quedo quieto no es para no moverme, sino para ver y oír cómo respira en secreto la rosa. Amador “Amador: conquista para ti aquella muchacha” le decíamos, mientras caía la tarde y el río era la ceremonia más grande del cielo. Eso era para nosotros la plenitud. Demasiado lejos de la noche Tus antepasados huyeron del complicado reino en 1492 a punta de antorcha antes que quemaran todos los pájaros del cielo. El abanico es enorme como la cola de un pavo real. ¿En cuál brazo de la galaxia quedaron las semillas que tus abuelos lanzaron por la ventana esa noche tórrida y limpia, cuando la vida parecía un vergel? Demasiado lejos de la noche estamos. ¿De qué sombra y árbol o río, proviene este latido? Quisiera saberlo, al menos, para guardar en un relicario imaginario mi identidad. ¿Pero cuál es nuestra identidad? ¿La que nació del barro en el Edén? ¿La del corazón del África profunda? ¿La del antes o después del Arca? ¿De qué rama, gota de agua o de rocío, venimos? Tus antepasados, te dijeron, huyeron como pudieron en 1492, de un reino que reinaba con una antorcha en medio de las tinieblas. Patria Yo miraba ese cielo inmenso dándole la espalda al ruido que nos distraía y mis amigos, acalorados, zurcían el mundo, daban vuelta de un lado al otro Hiroshima, la guerra de Corea, y era verdad y yo sentía ese luto mayor. Pero por sobre mi pequeña estatura el inmenso cielo me hablaba. Ellos decían Patria y yo decía Cielo. Y ellos hablaban del lenguaje y las fronteras y yo veía moverse la cruz del Sur, apenas, y sentía el cielo en todo mi cuerpo y yo sentía que el cielo era mi Patria y que en mis huesos ardía Hiroshima, Vietnam, y seguía desembarcando sobre mis genitales toda la playa de Normandía. Pero no podía dejar de mirar mi cielo, esto que digo la Patria, donde la cruz del Sur me señala dónde tengo el corazón, de qué lado del cielo. Volverse niños Entonces volvíamos a ser niños en cada verano no sólo en las tardes tórridas cuando el calor era tan grande que parecía que todo se detenía. Ese era, para mí, el momento cumbre, porque entonces sabía fuera de cualquier calendario que el verano, ancho y luminoso, se acababa de instalar en la ciudad. Aunque no se moviera una hoja de árbol, y nuestros corazones parecían detenerse. Nos mirábamos, claro, con toda la inocencia y el tiempo del mundo en nuestra piel, descalzos en la arena que ardía como ardía el cielo el aire y todo lo que nos esperaba lo que venía después porque el día era interminable y todavía faltaban las noches las muchachas y las estrellas que nos esperaban siempre. Los suburbios del cielo En aquel tiempo, las estrellas giraban en mi cuarto entre las 3 y 4 de la madrugada. Era el cielo un reloj infantil. Todas las constelaciones salían de una grieta y el aire se movía. Sentí como nunca el olor dulce de universo. Y por un instante, la eternidad.
Jorge Palma
(Montevideo. Uruguay, 1961)
Poeta, narrador, periodista y divulgador. Ha publicado seis libros de poesía. Entre el viento y la sombra, 1989. El Olvido, 1990. La Vía láctea, 2006. Diarios del cielo, 2006. Lugar de las utopías, 2007. La voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas, 2018. Narrativa: Paraísos artificiales, 1990 (cuentos). Su poesía ha sido publicada en varias revistas latinoamericanas y de otros países del mundo. Letralia (Venezuela). UNAM (Mexico). Akzente (Alemania). Wasafiri (Inglaterra). Actualmente es coordinador para Uruguay de la revista Caravansary (Colombia). Su poesía esta traducida al inglés, francés, italiano, árabe, rumano, macedonio, húngaro, griego y alemán. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía como los de La Habana (Cuba). Struga Poetry Evenings (Macedonia). Granada (Nicaragua). Africa Poetry (Durban/Sudafrica). Trois-Rivieres (Canada).
2 respuestas
Muchas gracias, al equipo de la editorial Pharus, por la posibilidad de mostrar a los lectores de mexico y el mundo mi trabajo poetico.
Formidable edicion.
Un agradecimiento muy especial al poeta y gestor, Jesus Rito, por la invitacion y el trabajo de gestion.
Fuerte y fraternal abrazo
Como siempre, la poesía de Jorge Palma CIancio es un regalo para el alma. Comparto su forma de sentir hasta la última molécula. Pero solo una cosa( aunque tal vez no te vaya a gustar ) no solo tengas en cuenta los crímenes de un lado del espectro político, los otros también esconden cadáveres aunque enarbolen banderas de supuesta liberación. Un abrazote desde Barcelona.