NN Decir no es como identificarse Es apostar a cuánto cabe en el conteiner donde se acopian de contrabando los objetos perdidos Es seguir con precisión eso que mide el cronómetro o los latidos por segundo que marcan los brazos al caminar Dos péndulos de relojería que cuelgan de los hombros fuertemente armados que se balancean mientras resta con los dedos de la mano –uno por uno, contra la palma– las pisadas que le faltan para escapar Hoy es el viernes de una semana calurosa El peligro del contagio no baja la mirada ante la caravana fúnebre y sus herederos iba vestido para el Carnaval Despidieron sus piezas rotas, en orden dentro de una bolsa blanca sanitaria y hermosa dolida y vulgar como el brillo cortante de una joven moneda que se gastará de mano en mano cerrada La última gracia de un pez flaco y descolorido que nunca aprendió a nadar por el aire ahogándose a balas. Tenía el nombre más fácil de olvidar pero insistía en quedarse de allegado en la punta de la lengua –Cómo se llamaba… cómo le decían– Pero aquí todos saben que la risa química solo vive unas horas fuera de su boca de su niñez lejos de la polinización que este año no tendrá una segunda oportunidad. Por eso no hay culpa en las flores ni en las especies que migran nuevas bocas que no alimentar pigmento y bailes que se mezclan buscando evadir su turno en la lista Son modelos nacionales y hechos en el extranjero que vuelan bajo tierra sobre vagones del Metro anidan en pequeñas bandadas cerca del voltaje y los rieles en la superficie árboles y plazas tienen dueño En fechas especiales se reúnen en familia a disfrutar de los fuegos pirotécnicos Disparos que festejan su duelo anunciando que el bloqueo fue roto que la Ruta de la Seda ya está abierta. Era un nombre tan fácil de olvidar Se quedó a vivir de allegado en la punta de la lengua. Sellado al vacío El otoño alcanzó su mayoría de edad y hay un último fruto que se resiste a la caída Abajo, el suelo pesa El tallo no cumple con su deber y solo esperar aguantando la respiración actúa como adhesivo Los juguetes del cosechador también pesan Cuando le preguntan Por qué y responde Sí pero bajo un nombre falso Pesan Mientras se digita en secreto la clave para el intercambio de rostros y mercancías “Cañerías rotas que anticipan inundación …corteza, nidos secos y peldaños hasta llegar a la copa del árbol más viejo” Abajo la Fecha de Vencimiento pesa Al limpiarse los pies frente a la Puerta sin Premio –por todo lo cometido– Antes de entrar y cerrar por dentro dejando de este lado quemaduras en brazo y cara del que encontró las monedas en el fondo del pozo Las mismas quemaduras que hacen desconfiar de la luz De esta luz que pesa Esta que nadie sabe si sigue encendida cuando cierran la puerta del congelador sellado al vacío. Cosecha dada de Alta Las enfermeras de toca blanca se extinguieron en Modo Olvido: fueron reemplazadas por colores. –Última noche… buena temporada para la recolección Aquí los cuerpos se cultivan hasta el día de la cosecha La aguja hipodérmica les trae regalos y riega el huerto A veces a cualquier extremidad de la noche para conocer qué piensan y analizar sus secretos El Monitor de signos vitales llena la Sala con ritmo y entretención artificial junto a las camas de urgencia se reencuentran familias de extraños que de nuevo florecen Al final del turno cuando los frutos maduran y alcanzan plena mejoría cuando son más que síntomas y exámenes …Pasó la noche– por fin dejan el invernadero Al salir dados de Alta todos se van en dirección de la luz del semáforo que a esa hora está cambiando de color. Parpadeo Cuando se mira fijo a alguien con un ojo cerrado es para apuntar Aunque está hecho solo para ver mientras mide la distancia de su hambre se vuelve el órgano vital, el dedo índice que obtura cuando se juega a las emboscadas y empieza el Game. El ojo adolescente es la empuñadura que obliga a que nadie se mueva El que salió temprano a ejercitarse imitando a un sol que no ha dormido con el alcance máximo del visor nocturno sobre estimulado que juega a Ser un viejo El que amenaza con apagar la luz y oprimir el párpado Sin perder puntaje sin arrepentirse. . Casa vidrio A mitad de la habitación sin luz Los peces del acuario ven a través del vidrio como se mira al cielo. Hay acuarios de hermosura dados de Baja Complejos Habitacionales en exhibición que por años registraron la migración de sus inquilinos hechos de agua –Nunca tuvieron mucho que decir, ni a quién– Fueron abandonados a su propia sequía. Sus ocupa, son ahora líquenes piedras ornamentales y monedas que pasarán la noche haciendo guardia en su último albergue Conchas de caracoles/parásito vacías que se niegan al definitivo desalojo Que resisten adheridas firme a lo único que conocen: La transparente casa de vidrio.
Víctor Hugo Díaz nació en Santiago de Chile en 1965. Ha publicado “La comarca de senos caídos” en 1987, “Doble vida” en 1989, “Lugares de uso” en 2000, “No tocar” en 2003, “falta” en 2007, “Antología de baja pureza (1987-2013)” México, en 2013, “Hechiza, poemas anticipados” México, 2015, en “Antología de la Poesía Chilena del Siglo XX” Ediciones Vitruvio, España, en 2016, “Lo puro puesto” en 2018, “Nadie habla solo, Poemas escogidos” (Formato digital), Perú, 2021 y “El suelo pesa, en 2023. En 1988 obtuvo la primera Beca de Creación Taller Pablo Neruda. El año 2004 ganó el Premio Pablo Neruda en su Centenario, por obra y trayectoria, otorgado por la Fundación del mismo nombre. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas y antologías, además cuenta con numerosos trabajos críticos acerca de su obra.