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A media mañana del 16 de abril del año 2020 me tomó por sorpresa que el subdirector del Hospital CN solicitara mi presencia en su oficina. Por lo cual bajé de inmediato. Reinaba una atmosfera de silencio y expectación, se percibía en toda el área administrativa. A mi llegada, su secretaria me anunció de inmediato, la puerta se abrió, nos dimos un saludo formal. El subdirector fue al grano y me dijo:

-A partir de este momento usted realizará todas las videollamadas a familiares internados en las áreas covid del Hospital. (El hospital CN de Pemex registró su primer caso de covid-19 el 23 de marzo, y el primer fallecimiento el 22 de abril).

El-covid-es-un-asunto-solitario

-Experimenté toda una maraña de emociones y sentimientos revueltos y negativos, no me explicaba cómo él, sabiendo mi formación, me asignaba a un asunto donde nada tienen que ver mis destrezas quirúrgicas. Sentí un golpe seco y la revolcada de una ola muy fría sobre todo mi cuerpo.

Por más que trataba de explicarme por qué me pedía hacer esa tarea, no encontraba una respuesta, y tampoco me atrevía a solicitarle una explicación por la tarea asignada, pues sería tomada como una negativa; que en ciertos casos genera un castigo administrativo, y hasta la suspensión laboral. Ya les había sucedido a otros colegas del sistema.

Hice un rápido análisis mental de mis fortalezas y debilidades, me vi pasos adelante de mis colegas por la experiencia que poseo. Me sentí un poco más confiado y con destrezas suficientes para portar con seguridad lo necesario para ingresar a las áreas covid, tan herméticas y delicadas.

Fugazmente y casi sin advertirlo, los sentimientos negativos que me habían invadido antes se fueron diluyendo como fantasmas de nubes que borra el viento.

Regresé a la zona hospitalaria, dispuesto a cumplir la misión encargada. Me dieron un teléfono celular con el que no estaba familiarizado, alimentarlo con los números de ochenta y tres personas internadas, fue complicado. El tiempo corrió indiscriminadamente y yo cada vez más intranquilo porque se me asignó ver a todos los pacientes hospitalizados, diagnosticados con covid-19. Ninguno de mis colegas estaba en mi situación.

La primera batalla es calmar la mente, entrar al área covid es ingresar al infierno de Dante, o como caminar sobre un territorio minado, es área de muy alto riesgo, cualquier error que cometas puede significar infección y sufrir las consecuencias. Comenzaba mi lección. En ese momento no conocía colegas, familiares o amigos enfermos y no se hablaba de vacunas.

Para que se den una idea, el hospital donde trabajo tiene siete pisos, cada piso es un ala larga, dividido en dos secciones, en medio de la cual se dispone de un vestidor y área para materiales y medicamentos; hasta esa zona se puede deambular libremente. Después hay una puerta, y a partir de ahí ya es área precovid, donde te quitas la ropa, y debes ponerte un uniforme especial.

En algunas áreas es posible que un técnico te asista, pero la mayoría de las veces lo haces tú mismo, te pones tus botas quirúrgicas, las anudas de forma que retirarlas te sea fácil, colocas tu primer par de guantes, tu bata quirúrgica, (aún no terminas de colocártela y empiezas a sentir mucho calor, algo de asfixia) ahora va el segundo par de guantes y sientes una ligera presión sobre ambas manos, enseguida te colocas la mascarilla KN-95, la liga del cuello aprieta y la liga de la cabeza aprieta aún más. Pero debes resistir porque, son estas ligas, y la presión que ejercen, lo que sella tus vías respiratorias y tu boca. Garantía de que el virus no entre en contacto contigo a través de la saliva y te contamine un paciente cuando tose. La mayoría de ellos tienen tos incontrolable.

Prosigues con la colocación de gafas especiales a presión sobre tu frente y ojos. Esta zona debe de estar sellada, porque por ahí también puede entrar el virus. Acto seguido te colocas el gorro quirúrgico cubriendo muy bien tus orejas. Casi al final de la indumentaria es cuando te colocas una careta especial sobre este gorro, que cubre toda tu cara hasta tu cuello, en ese momento ya estás sudando a chorros.

Así vestido, escuchas tu propia respiración. Respirar se torna difícil, respirar te duele. Respirar es un esfuerzo que molesta, sientes que tus pulmones no se llenan a plenitud, lo haces frecuentemente y sientes que todo te aprisiona, ¿y qué crees? Aún no has entrado a área covid. Viene el siguiente paso, reviso mentalmente todo mi uniforme ¿ya lo tengo?

Si tengo a alguien cerca, le pido que me ayude a revisar si mi uniforme está completo como manda el protocolo, si no hay nadie, lo hago yo visualmente en el espejo de cuerpo entero que hay antes de abrir la puerta hacia el área de hospitalización. Adentro ya todo es como área de alta radiactividad, infección potencial por doquier, es donde están todos los pacientes infectados hospitalizados.

Aun cuando estoy capacitado para afrontar situaciones muy difíciles, sentí miedo por primera vez: inseguridad, temor, vacilé en entrar, mi corazón se aceleró, latió fuerte, pero vencí esta sensación e ingresé al área. Todo mi cuerpo estaba sudando, se genera mucho calor por todo el equipo, es muy incómodo sentirte bañado en sudor, tus movimientos se vuelven lentos. Acciones y maniobras son de alto grado de dificultad, inclusive tienes que hablar muy fuerte porque tus compañeros no te escuchan por la mascarilla.

El teléfono va protegido, envuelto en plástico, todas las funciones se hacen más lentas, te aproximas al paciente, la mayoría de las veces el familiar sólo los ve por video llamada y el paciente la mayor parte de las veces sólo responde a señas, porque también porta oxígeno con puntas nasales, u otros aditamentos que le imposibilitan el habla. Otro aspecto difícil es mostrar a un paciente bajo respirador artificial; pero he descubierto que al menos verle en esta escena tan delicada llega a calmar al familiar que recibe la videollamada.

Tener covid y estar hospitalizado, es un asunto triste. Los familiares no pueden visitar al enfermo, porque se le aísla, desde su ingreso hasta su alta. El enfermo no ve rostros conocidos, portar todo el equipo de protección te hace ver como fantasma, creo que así nos ven los pacientes, algunos dicen:

-todos son iguales, se ven iguales.  y la voz que se profiere no es real, está distorsionada por las mascarillas, en los tres diferentes turnos escuchas diferentes voces y sólo siluetas disfrazadas.

La persona internada tiene que estar solo y aislado, si es que sale vivo. La estancia promedio es de diez a veinte días. Si muere dentro del hospital nunca más vuelve a ver a sus familiares desde que ingresa. Si se tuvo algo de suerte, es mediante una videollamada, tampoco vuelve a probar la comida que más le gustó, mucho menos sentir un apapacho.

Enfermar de covid es un asunto solitario. Ya terminada la jornada, te duele hasta respirar; estás completamente bañado en sudor, la garganta seca, con mucha sed, hambre y sueño. Antes de abrir la puerta y abandonar el infierno, ejecutas un nuevo ritual.

Tomas alcohol en gel, mojas los guantes completamente, te quitas la careta, la rocías con cloro, te pones nuevamente gel en los guantes, te quitas tu segundo par de guantes. Tomas nuevamente el gel y te lavas con él, te quitas el gorro. Te quitas tu primer par de guantes, después la bata quirúrgica y retiras tus gafas protectoras. Te desnudas y retiras tus botas quirúrgicas.

Tomas más alcohol en gel, cubres tus guantes. Empiezas a sentir que respiras, te sientes aliviado, respiras mucho mejor. Estás a un paso de salir, te quitas las botas quirúrgicas. Rocías con solución clorada tus zapatos, empujas la puerta de salida y estás fuera del infierno.

Eso no es todo, aún llevas la mascarilla que aprisiona tu cara, nariz y boca. Te retiras los guantes, lavas quirúrgicamente las manos, retiras con cuidado la mascarilla kn-95, la desechas en un bote especial. Vuelves a lavar manos y cara. Observas tu rostro marcado por las ligas de la careta. Respiras normal y te sientes aliviado, tienes mucha sed, y buscas tomar agua. Vas al baño y te quitas el uniforme quirúrgico. Vistes la ropa con la que llegaste al hospital. Sales de esa área ¿y adivina qué? No has terminado, porque este ritual anterior se repite dos veces por piso y son tres pisos en total.

Toda la parafernalia de mi turno para entrar y salir se realiza seis veces. Estoy terminando alrededor de las siete de la noche, muy cansado, sudado, con hambre y sed. Además, hay que llevar una muda de ropa limpia, con todo y zapatos; ya que no puedes ir a casa con los mismos con los que anduviste en los pasillos del hospital. Esa primera semana llegaba diez para las siete al hospital y me retiraba a las nueve de la noche, sólo con mi desayuno de casa, y nada más. Y esto, porque no tengo derecho a comer en el hospital, así me mantuvieron las autoridades durante un mes, hasta que mi jefe directo consideró que era excesivo y paulatinamente fueron adhiriendo más colegas a la actividad que yo desempeñaba.

Actualmente ha cambiado mucho esto, entro dos veces por semana al área covid. Quiero decir que lo que persiste desde el primer día y en lo sucesivo, es que cada vez que estaba por llegar a casa sentía miedo, jamás había sentido eso; sentía temor, no sentía confianza para regresar a casa. Creía en todo momento que era un factor de riesgo para mi familia.

Justo antes de abrir la puerta, dejo mis zapatos afuera, me baño en alcohol, o cualquier otro antiséptico a la mano, cloro diluido en los zapatos y todo esto, para entrar con más seguridad a casa. Soy muy apapachador con los míos y ya no puedo hacerlo hasta la fecha. Me reservo esto porque sigo entrando al área covid.

Ahora ya no me da miedo; pero el sueño no es igual, a veces siento que no respiro, y pienso que he contraído covid. Me incorporo, me analizo, y digo, “sólo es un mal sueño”. 

“El covid es un asunto solitario”, el paciente, los colegas y el que muere, muere solo, triste, aislado, lejos de su hogar, de su familia; esa es la cruda y sentida realidad de nuestros días en esta pandemia.

Dr. Mario Peñaloza Guadarrama. Egresado de la facultad de medicina de la UNAM, Cirujano de corazón. Es originario de Valle de Bravo, Estado de México.

El covid es un asunto solitario

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Para mayor información sobre el autor, conoce el perfil de LinkedIn del Dr. Mario Peñaloza Guadarrama.

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