W. Nick Hill
El nagual dios del amor fue un faisán moribundo
grabado en un pectoral hecho de láminas de oro
que llevó la Dama del Viento durante los partidos del solsticio invernal.
Tal escenario sin pintar en un libro
vuelve más abstracto con el tiempo,
apenas un atisbo en la joyería encontrada en la Tumba 7.
La pasión por jugar vivifica
una escena en barro de apostadores sentados
en los bordes de una cancha en forma de I
como si los jugadores más abajo emergiesen
compitiendo desde el mismísimo origen del lodo.
El amor no puede ser abstracto y aun sangrar,
debe haber pensado el Escribano al pintar
la escena en rojo y negro:
8 Águila perforando el falo durante un ayuno
luego del banquete
que auspiciaron las familias elites de Dainzú:
setas silvestres y la raíz del lirio acuático
en honor a su destreza al jugar en el partido
contra los Señores de la Muerte Mitlatenses.
La aguja ritual, un hueso fino grabado
con los exquisitos rasgos mestizos
de la Serpiente Emplumada,
quien devuelve la mirada fija a los ojos
que leen el Códex a través de la vitrina.
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