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kintsugi

Si fueras un objeto 
serías un jarrón de kintsugi.
Hilos de fino oro cubren los surcos
de cada una de tus imperfecciones.


Hije

Cuando tenga una hija pelirroja la voy a llamar Ansiedad.

Hay tantas Soledades, Dolores y Francas....
Sus amigos le dirán "Ansi" cariñosamente.
Tendrá una mancha de antojo con forma de algún país tropical en su cachete.

Al portarse mal podré decir
-Ansiedad vení ya para acá!





Un deseo poderoso
 
Antes de cruzar hacia las plantaciones,
le pedí a doña Helena, matrona de la casa,
su bendición.
 
A mitad del patio frente al altar de la Guadalupe,
con dos gallos y un gato de testigo,
recitó palabras con ojos cerrados.
 
Regresé meses después,
entrando por el portón
al verme, la mujer,
alzó los brazos al cielo.
  
Mi vecino hindú
reza cinco veces al día
le digo que pida por mí
en sus oraciones.
Por momentos
creo
en los que creen.
 
Les pido prestada su fe.
Imito su seguridad.
Copio la coreografía de sus rezos.

Entrego mi mando al plan divino,
me envuelvo en humo de copal,
siembro una intención.
 
Intención que abarque otras tantas.
 
Busco esa palabra
en la práctica:
perfeccionando el movimiento,
simplificando el lenguaje.
 
Esa palabra.
 
Como cuando soplaba las velas
en mi cumpleaños: 
un deseo con la fuerza de tres.






Estatua

El chico de la aplicación pregunta:
¿Cuál es tu profesión?
 No sé qué decir.
Es que he sido esto
luego viajé
me transformé, hice esto y lo otro.

Buena para todo
especialista en nada.

Al conocerlo en el bar 
le digo que su pregunta molesta.

He perdido el don de la concentración.
Ya quisiera estar quieta.
Ser esas estatuas en la rambla
con la cara calma y llena de harina.

Hacer poses a cambio de recibir recompensa
Por el arte de estarme quieta.



La boya

La boya se ve desde todos los faros
mientras escribo corre como este margen.
No es un espejismo
está ahí redonda de un amarillo perfecto
quisiera que me encuentre.
Pero mis huesos se bambolean
al compás de las oportunidades.
Y continuo braceando hacía ella
eso es una boya
no hay duda.

Desde todos los mares pueden verla.
El trofeo al descanso de los nadadores.
 
En sueños viene nadando hacía mí
me observa y se va.

Otras veces al fin llego a ella
sobrada de aire.
La abrazo,
le doy un beso salado
al fin flotamos juntas.





Mercedes Ciuró, nació en Mar del Plata, Argentina.  Estudió dos años la Licenciatura en  Letras en la -UNMDP- Luego comenzó a  trabajar como acompañante terapéutica con adolescentes y niñxs. Continùo asistiendo a talleres, recitales y encuentros de Literatura en la provincia de Buenos Aires. En  el año 2019 se mudó a la costa de  Oaxaca, allí escribió durante la pandemia su primer poemario. Trabajadora golondrina editado por Cuscus encuadernaciòn.  Produce y organiza desde hace dos años el recital de lecturas mensual Oporto en Puerto Escondido. Para ella el proceso de escritura y lectura es un ejercicio activo-colectivo que alivia y embellece nuestra sobrevivencia.

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