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La muerte nos mira

He visto a mamá perseguir pájaros 
sobre un cielo azul que no es el de ella,
danzar bajo una lluvia de cenizas que es el recuerdo
y anidar cardenales en sus ojos.

La luz en su mirada cada día se opaca,
las heridas de abril siguen dolorosas 
el tiempo no ha sido la mejor medicina.

Cuando platicamos en la habitación,
me abraza, acaricia mi rostro y alisa el cabello, 
mientras,
la muerte nos mira escondida 
atrás de la puerta.



Llamadora de espíritu

Tengo 6 años, 
abuela toca mi frente:

Por Dios, yomune tenés calentura,
veni parate frente al altar, que te miren los santos,
te voy a ramiar
voy a llamar a tu espíritu pa' que regrese a tu cuerpo
y las buenas energías
y Dios te devuelvan la salud.
Toma un ramo de hojas de albahaca y de cuchunuc,
golpea mi cuerpo varias veces, a la vez que dice:
yom'une, tzoka yom'une, tzokca,
wäkä uyiru'ä mij anhsänh,
wäkä uyiru'ä mij nkojama,
masanhyomo mijtzi
Rita de Casia'is tyiajk toca mij une,
minä, wyiru'ä mij siskäsi yom'une"

Se acerca al altar,
de en medio de los santos que están mudos y sordos, 
mirando fijamente cómo arden las veladoras,
saca una botella con posh,
abre el recipiente que contiene el elixir sagrado
de los dioses
toma un sorbo,
sopla con  fuerza  el líquido sobre mi cabeza, pecho,
espalda y pies ,
talla sus manos con las mías,
repite la acción con el aguardiente, esta vez sobre
mi rostro, 
desliza su mano por mi larga cabellera soplando el
agua de fuego sin parar.
Vuelve a ramiar todas mis extremidades y repite:

Yom'une, tzoka, yomo´une, tzokca,
wäkä wyiru'ä mij anhsänh,
wäkä wyiru'ä mij nkojama,
masanhyomo mijtzi
Rita de Casia'is tyiajk tzoca mij une,
minä, wyiru ä mij siskäsi yom'une.

Cubre mi cuerpo con la sabana 
me alza en brazos, acuesta en la cama, 
un sopor lo envuelve y el sudor lo invade.

Llega el sueño y la sanación también.






II
Mi casa ha envejecido,
se oxida
las ventanas amarillas se deterioran y la puerta roja
se oxida 
el tiempo habla al descascararse la pintura que la
viste;
las paredes donde cuelgan fotografías de nosotros 
montando un caballito de madera 
están húmedas,
el sepia de los retratos languidece.

El polvo se adueña de los muebles,
el otoño se instala en los rincones.
 Toda ella es fría y agoniza esta enferma de abandono;
mamá quiere que sacuda
pero me rehúso, siento que al tocarla 
huirán entre mis manos los días de la memoria, 
se quedará completamente vacía.

Perdida en el desierto del olvido.


III

En la pared de la entrada de la casa
se encuentra la foto de los XV años de Marcela.
Madre decidió dejarla en ese lugar 
para evitar que la devore la indiferencia 
con sus hoyos negros
y su oscuridad de invierno; 
es la protectora del lugar
con su vestido rosa y sonrisa de niña, 
su presencia se refleja en la mirada de la casa.

Algo se enciende y no es la luz.

IV

La casa se quedó sola. 
Mamá también se ha marchado 
con todas sus dolencias y su tos seca, 
ya no puede cuidar de ella 
ni limpiarle los ojos que se opacan con la lluvia; 
su corazón viejo se apaga y sobrevive a duras penas.

Esa es mi casa, 
la morada donde se abandonaron los años
y se vació de risas con el tiempo.

Ahora, el silencio habita la casa.






A las madres que buscan a sus hijos
y no desisten hasta encontrarlos

Entre la espesura de la niebla
busca a su hijo.

Un ojo parpadea a lo lejos 
mira su caminar en la oscuridad a tientas.

¿Qué haces, madre, 
soportando el frío de la usencia?

¿Qué haces ciega de llanto, 
sí tus ojos necesitan ver sus huellas?

Por las calles
una madre busca a su hijo en un presente sin fin.
La ciudad se convierte en un animal salvaje, 
devora todo vestigio de esperanza,
siente la derrota y le llora el alma.







Ciertamente uno no es nadie, para darle órdenes
al destino 
nunca quise oír, mirar o ser encontrada
por la muerte, 
sin embargo, llama a diario 
con el sufrimiento de una madre 
añorando a su hijo desaparecido
 o cuando escucho el rumor estrepitoso de un mar 
que se revienta sobre las rocas de la memoria.

Se esconde entre la bruma
añora mi presencia 
ignora que voy tras ella. 
La alcanzaré en esa playa donde nos espera el mar celebrando con sirenas.







Ilegal

Antes de cruzar la frontera 
antes de poner un pie en ese territorio de tinieblas
te daré un beso como muestra de amor 
y te diré cómo aprendí a amarte bajo las sombras de los árboles
en nuestro lejano Quezaltepeque.

Una vez que nos pegue el viento extranjero
dejaremos que nos devore el humo y el ruido
de ese animal maldito, 
y si todavía estamos juntos
cerraremos los ojos
y haremos de cuenta que estamos soñando.







No estoy muerta

Se vino la mañana con el sol 
me doy cuenta que no estoy muerta 
que no me he vuelto sueño 
que todavía tengo ojos y unas manos para tocar.
Sobre los rieles hay un hombre despedazado
mi estómago se contrae
y la necesidad de  comer
 se esconde bajo el miedo.

He acariciado a la muerte
ha posado en mi hombro
me conoce 
y seguirá a mi lado hasta el final del camino.





Itzel

Itzel se quedó en Tapachula 
después de cruzar Centroamérica,
vive contemplando el futuro con una gran imaginación
diariamente a partir de la medianoche
camina ondeando su cuerpo en esa calle semioscura 
por donde transitan los vehículos.

Sus tacones transparentes esperan,
se retoca el maquillaje
se acomoda los senos
y me dice:
"me traje muchas ilusiones
y también muchas promesas, pero ya ve dónde estoy"
y una mueca de amargura se dibuja en sus labios.
nadie ha llegado 
aún es temprano.

El humo del cigarro
y la música de rocola ambientan la zona de tolerancia.

Itzel como la mayoría de su país
obtienen dinero de esta forma para sobrevivir;
espera una oportunidad
para seguir con rumbo al país del billete verde
y empezar una nueva vida.







Héctor

"Ser marica en cualquier parte
de Centroamérica es traer en la frente
la marca de la muerte; 
la probabilidad de ser asesinado salvajemente es alta" 
me comenta Héctor.

Lo conocí cerca de los carriles,
por donde estacionan los contenedores,
sus ademanes y su hablar me dijeron quién era.

Camine por la calle
donde se encuentran los migrantes 
me acerque a ellos con el fin de entablar una conversación
 me platicaron historias tan dolorosas que compartí
                                                                   /su sufrimiento
Continúe mi camino, más adelante me senté a descansar
                                                                  /sobre la acera

Héctor se acercó amistosamente y lo invité a
                                            /hacerme compañía
 las palabras empezaron a fluir y sin darnos cuenta ya
                                                          /estamos platicando;

la noche crecía con su oscuridad a cuestas 
y las trivialidades eran comunes en la charla.

De pronto, empieza a hablar de él
"Huí de Tegucigalpa por ser "culero", 
es un pecado que no lo perdona nadie,







Ausencia

En mi corazón habita el silencio,
la luz de tus ojos se apaga mientras duermes
y tus pensamientos me pertenecen ahora.

El sentimiento de abandono me apresa 
y hasta el sonido de los grillos los escucho en otro idioma

Me he amarrado fuerte a este autoexilio
para no salir corriendo
cuando me hablas de la lejanía
de la casa
de mamá.

Aquí no hay mañanas fáciles 
que me permitan caminar con libertad 
ni esperanza de alzar el vuelo a la hora que uno quiera
para ir a buscarlos

Solo se respira distancia,
la melancolía camina junto a la añoranza
y a la incertidumbre,
que día a día exige volver.






Ella

Ella permaneció envuelta 
en la memoria de sí misma
y en medio del sonido de su voz.
Esa mañana,
lo vio salir por la puerta de atrás de la casa 
con su maleta de cuero y su chaqueta gris.
Su padre no volverá más.
Ella quedó instalada en ese momento
sobre la espalda del tiempo 
acariciando la imagen de papá.

De niña,
platicaba en la escuela de su fallecimiento, 
había ocurrido en un trágico accidente aéreo; le dijo a la maestra
que lo enterraron con honores
una mañana cualquiera
lo poco que rescataron de él.
Ella se sentía bien
con la compasión de todos por su orfandad.
Su condición,
no le exigía participar
 en eventos escolares del Día del Padre.









Chary Gumeta

Chary Gumeta (Villaflores, Chiapas 1962) Poeta y Promotora Cultural de Arte y Literatura.

Es una escritora mexicana con una licenciatura en Letras Latinoamericanas y una maestría en Educación. Ha sido publicada en diversos medios nacionales e internacionales.

Autora de los libros:  “COMO PLUMAS DE PÁJAROS” (Coneculta, Chiapas, 2016) LLORAR COMO LA LLUVIA (Editorial Literatelia, México, 2019) y en el extranjero “TAMBIEN EN EL SUR SE MATAN PALOMAS (Editorial La Raíz Invertida, Colombia 2019) Ha participado en antologías y festivales nacionales e internacionales. A través de la antología VOCES DE AMERICA LATINA (EditMediaIsla, E. U. 2016) sus textos son parte de la cátedra de Literatura en la Universidad Hunter Collegeof New York. Junto al poeta Francisco Morales Santos compilo la antología de autores chiapanecos LA PIEDRA DEL FUEGO (Edit. Cultura, Guatemala, 2019). En 2019 el H. Ayuntamiento de Villaflores, Chiapas, y el Consejo Fraylescano de Cultura, A. C., le otorgaron el reconocimiento a la EXCELENCIA 2019. Fue reconocida como Visitante distinguida en 2018 en Toluca, México y Progreso, Honduras. Como ponente ha sido parte de Ferias de Libros y Coloquios en México y algunos países de Latinoamérica. Creadora y dirigente del fanzine YOMORAM JAYATZAME (Mujeres Poetas) que promueve la poesía hecha por mujeres. Es integrante del Movimiento Poético Mundial del Festival de Medellín, y colabora con el Festival Internacional de Poesía “Jauría de Palabras” de Bolivia y el Festival Internacional de poesía de Quetzaltenango. Es parte del proyecto Poesía sin Fronteras de CREA GUATEMALA. Actualmente es Coordinadora del Festival Internacional de Poesía Contemporánea San Cristóbal de Las Casas y del Festival Multidisciplinario Proyecto Posh.

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