Manuel Antonio, y su visión gallega de la vida

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Por Jesús Rito García

A Roberto Abuin y Rafa Xaneiro por el descubrimiento de su pequeño país Galiza

Desde los tiempos de Alfonso X el Sabio, el galaico-portugués, era una lengua vital, una lengua utilizada desde el siglo XII hasta mediados del siglo XIV. Después, fue perdiendo presencia, debido a la separación de Portugal, nuevo reino, el cual provocó que se convirtieran en dos lenguas, unidas por una misma raíz latina, surgen el portugués y el gallego. La primera se elevó a lengua nacional, y la otra, trató de sobrevivir.

El gallego quedó al margen, como una lengua hablada, algo muy de la voz íntima del pueblo, que ahora tiene un parecido al castellano, más que al portugués.

Dice Ramón Piñeiro en su libro Filosofía da saudade, “Si en la etapa medieval podemos hablar de la cultura galaico-portuguesa, en la etapa moderna tenemos que hablar de cultura gallega y cultura portuguesa, y de la lengua gallega y la lengua portuguesa. Pero también con precisión señalar que esa diferenciación real impuesta por la historia divergente de los dos países no es tan profunda que borre la comunidad esencial, que nace de la comunidad de origen. Seguimos teniendo mucho en común. Seguimos siendo dos cultura fraternas”.

“Y una de las manifestaciones culturales que seguimos teniendo en común gallegos y portugueses es precisamente la saudade. La saudade, como la lengua, es una expresión de mentalidad peculiar…”

Y la poesía gallega, al igual que la portuguesa, tiene como base a la saudade que le habla al amor perdido, a la ausencia del ser amado, que se va a la guerra o al mar; pero bien lo dice el mismo Ramón Piñeiro, la saudade – morriña gallega, “más bien representa el amor a la tierra distante al paisaje nativo. Quiere decir en realidad, que tiende a identificar la saudade como nostalgia, quizás como reflejo del enorme peso que en la vida gallega tenía la experiencia migratoria.”

Y uno de los representantes más significativos de la poesía gallega, además de la poetisa Rosalía de Castro (1837-1885) es Manuel Antonio Pérez Sánchez, (1900 – 1930) originario de Rianxo, Galicia. Ferviente galleguista y republicano. Quien a muy temprana edad hizo todo lo posible por participar en los hechos históricos de su tiempo. Escritor vanguardista, creador, junto con Álvaro Cebreiro, del manifiesto «¡Máis alá!», que ellos mismos se encargaron de divulgar por Galicia y el extranjero. Estudió Náutica y Letras. Además, entre 1926 y 1929 realizó diversos viajes, el primero a bordo del paquebote Constantino Candeira, después de tres viajes a América a bordo del buque holandés Gelria. Muere de tuberculosis en su natal Rianxo el 28 de enero de 1930. Esto lo dicen sus biógrafos en lo más elemental.

Lo escrito por Manuel Antonio, es tan breve, que en un solo libro cabe su obra completa. Obra que tiene un valor más poético y estético, que por su extensión o trascendencia como personaje de la literatura española, ya que es poco conocido.

Los viajes y la nostalgia son los motivos principales del poeta, así como su tradición, el que parte hacia el mar y el canto melancólico de aquel que se encuentra en medio de la nada: “¿Quién cerró esta noche / la ventana azul del mar? / Este mar fugitivo / de todas las riberas / náufrago de la niebla / que desvió el rumbo / de los puntos cardinales” y que a su vez desviaron esas cartas marinas, que cruzan los océanos: “Gaviotas que llevan en el pecho / las cartas de los marineros enamorados”; “Vigo está tan lejos / que se desorientaron las cartas marinas”.

Manuel Antonio, quien no firmaba con sus apellidos, se acercó a las vanguardias, ya por su juventud, ya por su capacidad de revitalizar las imágenes propuestas en sus poemas, como Navy Bar: “Este bar tiene balances / y también está listo / para hacerse en vela // Llenaremos el vaso / con toda el agua del mar / para preparar un coctel de horizontes // ¿Quién llegó avisándonos / de esa cita nocturna que tenemos / con el viento del N. E. / en la encrucijada de las estrellas apagadas? // Y aquí bebe de incognito el marinero desconocido –sin geografía ni literatura-“.

Todos los poemas de Manuel Antonio están escritos en gallego, su lengua materna, la cual defendió y revitalizó escribiendo todo lo que hizo: “O vento ven loito lonxán / polo camino torto / van batendo coas trebas / uns pasos estranos // Si hai luces no cruceiro remordente / rezade polo mozo / que mataron fai tres anos // Encol do monte de Ourente / vanse acendendo esterlinas / sinxelas e temerosas”.

La poesía de este joven autor, que muere a los treinta años, muestra una madurez y un estilo que vienen de la tradición galaico – portuguesa, aunque se enfoca de una manera adecuada en mostrar elementos contemporáneos de su tiempo y hábilmente utiliza los recursos y el lenguaje marítimo que conoció en la escuela de Náutica, la literatura misma, así como sus viajes.

“El brazo de mar olvidadizo / los luceros mentirosos en picada / La estrella de los cabarets / con un cigarro en los besos / pide fuego a los cuatro puntos cardinales / por la Galaxia llena de rocas / un viejo astro, va con su farol”

Es una poesía llena de elementos diversos, todos ellos alrededor del mundo marítimo. Es común encontrar la humanización de algunos objetos, que sienten o que piensan:

“El barco fue recorriendo / las cicatrices sentimentales  / que le dejaron viejos navegantes / y los adioses que llevan en la vela / grabados por miradas / tristes definitivas y distantes / Un día se quedó el mar / con la palabra contenida  en besos / Y ya nunca volvió / Ahora busco a un viejo marinero / u otra historia de un pailebote blanco o cualquier cosa… ¿Qué se yo?

De la tradición galaico-portuguesa, no sólo perduran las lenguas, sino los sentimientos, que con el paso del tiempo se desarrollan. El poeta de Rianxo va con esa carga de las viejas cantigas, esa evolución histórica de la palabra saudade, que viene de soedade, soidade, suidade. Que ya traída hasta nuestros días, no sólo expresa ciertas emociones, sino se ha convertido en una palabra con una carga sentimental, que pasó de las luchas contra los moros, hasta los descubrimientos de los famosos navegantes. Hablar del amor que partió a la lucha, o al mar, a descubrir nuevas tierras, también provocó un sentimiento de remembranza y nostalgia por lo que dejaron. Y como lo dice Ramón Piñeiro, la saudade tiene tres momentos que lleva implícita la palabra en el sentir que es el gozo, tristeza y esperanza. El gozo de los recuerdos, la tristeza de sentirse lejos o abandonado y la esperanza de saber que regresará.

«Los codos del barandal»

Encontramos esta madrugada

En la jaula del mar

Una isla perdida

Armaremos de nuevo la jaula

Va a salir el sol

Improvisado y desorientado

Ya tenemos tantas estrellas

Y tantas lunas sumisas

Que no caben en el barco ni en la noche

Juntaremos pájaros sin geografía

Para jugar con las distancias

De sus alas que abrazan fuerte

Y los adioses de las nubes

 mudas e irremediables

y haremos una red de líneas en el mar

para recobrar las tristezas

con su viaje hecho

por los océanos de nuestro corazón.

El sello de la nostalgia y la tristeza que se posan en cualquier cosa, se muestra en cualquier elemento: “El sol era un pájaro triste / que se posaba en el trinquete”. O como lo dice en el poema Solos: “Fuimos quedando solos / el mar el barco y más nosotros // Nuestras soledades / vienen de tan lejos / como las horas del reloj” y así su obra y su vida, vienen del mar, y son tan saudosista, marca muy exclusiva del ser gallego.

…alguien que llora dentro de mí

Por aquel otro yo

Que se va en el velero

Para siempre

Como un muerto

Con el peso eterno de todos los adioses.

Bibliografía

-Manuel Antonio, O melhor de… Manuel Antonio, Sol de galicia, 2010.

-Piñeiro, Ramón, Filosofía da saudade, Editorial Galaxia, 2009.

Nota: Jesús Rito traduce los textos en gallego de Manuel Antonio y Ramón Piñeiro.

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