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Hije
Cuando tenga una hija pelirroja la voy a llamar Ansiedad.
Hay tantas Soledades, Dolores y Francas….
Sus amigos le dirán «Ansi» cariñosamente.
Tendrá una mancha de antojo con forma de algún país tropical en su cachete.
En los aniversarios los muertos se sienten en la mesa Me estremece el corazón esa paz con la que levantan la cuchara y toman la sopa
El sexo explícito para mí carece de simplicidad, al igual que la literatura. Creo que ambos comparten una función social que no logras percibir como consumidor: sustraer de la realidad. Al menos por un instante. El porno ofrece una fantasía, no una posibilidad y mucho menos retrata una realidad.
Ahora paso
hasta del amparo
de los perros
ya no sé ladrar
como el amor
con esa costra
de silencio y de placer
donde supura el presente
He pensado retirar
la fauna de mis textos
su elocución de tambores
en la hora primera de la noche
su ansiedad de orates
ocultándose al otro lado del césped
amarrar sus patas al silencio
detenerlos frente al Pacífico
hay gente dentro de mí gente loca comunidades enteras
que creen en el poder divino
se levantan temprano a martirizarse caminan descalzos
sobre carbón encendido
se mutilan el seso para purificarse
mientras cantan alabanzas sin tono
el aceite y el tatuaje
que encendía el fuego
en las costillas de ese cuerpo bicéfalo
con olor a mar
lleno de peces,
de ese cuerpo que no ha podido sobrevivir a la distancia
-Hablas por hablar, no me imagino morir sola y arrugada entre rollos de tela y encaje.
-Pero tú nunca vas a estar sola, hay mucha gente que te aprecia.
-Bien lo has dicho Amaranta, me aprecian, pero no me aman.
Y cuando no escribo
recorro su arquitectura
miro las paredes
como miro mis brazos
y mis piernas
y el tórax donde está mi corazón
Me acuso de haberte olvidado,
de no soñar con los hoyuelos de tus mejillas,
de no perderme en ese pantalón ceñido a tu cintura
y ni siquiera recordar la adicción
que te hizo vender mis libros de Leonard Cohen.
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© Editorial Pharus. Todos los derechos reservados 2021.
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