Saulo Aguilar Bernés
El día en que Jaime Mausán tuvo razón me di cuenta de que me encontraba ante lo inevitable. Me sentí estúpida, pero en ese momento supe que te habías ido por completo. Era el apocalipsis en la calle y aquí en mi pecho. Mal día para ambas cosas. Un relámpago tiñó el cielo de luz, lo recuerdo bien porque las alarmas de los coches se fusionaron en un solo estruendo. Luego una nave colosal apareció en el cielo y en cuestión de minutos las cápsulas comenzaron a caer por todos lados. Ni siquiera pude saborear la sorpresa.
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